La Fusión: Amor y Porvenir

amor-porvenir“El principio de un amor inconcluso es la valoración de un amor entrañable, profundo y perdurable”

¿Existe acaso el destino o el amor predestinado? No lo sé y creo que nunca podré responderme a esa pregunta. Sólo sé lo que me ocurrió, sólo sé que por algo suceden las cosas. ¿Pero esas cosas las inventamos?, o ¿acaso ya esta escrito, y sólo nos toca actuar los guiones?

¿Acaso seremos como guiñoles o acaso seremos libres? Pero lo que importa, es que creo en el amor y creo que encontrarlo es muy difícil, por la simple razón de que lo buscamos… Bien, ¿por qué pensar todo esto? Porque después de lo sucedido no se puede menos que hacerlo y lo sucedido fue lo siguiente:

[pullquote-right]El principio de un amor inconcluso es la valoración de un amor entrañable, profundo y perdurable[/pullquote-right]

La vida transcurría, tal cual transcurre la vida de un joven poco común, la clase de joven que no encuentra la sociedad que espera, la clase de joven que busca un lugar en el cual lo importante sea lo sentimental y no lo material, la clase de joven que esta preso en su cuerpo de joven, pero en su alma existe una gran madurez,  la clase de joven que cree estar en el siglo XV pero la realidad es otra, está en el siglo XXI y la cortesía, la sensibilidad, caballerosidad, ternura, el amor, la libertad del alma, no son cualidades, sino defectos en estos tiempos locos, en que ser sensible o romántico es igual a ser “anticuado”. En fin, la vida transcurría como siempre. La escuela se vuelve muy pesada, pues no hay con quien compartir lo que se siente, y el único escape  es la “música”, ¡sí!, la “bendita música”, mi manera perfecta de desahogarme. La música era mi vida en esos momentos y no conforme con la satisfacción que ella me daba, me regaló aquello que estaba buscando, lo que nadie hasta ese momento me había dado, algo que ni el agobiante paso de los años  podrá arrebatar de mi memoria.

14 DE FEBRERO

Todo empezó (esta historia, mi delirante historia) como un camino largo y borrascoso, pero sin duda el más hermoso que alguien pueda vivir en esta vida.

Aquella tarde, al llegar del día monótono de la escuela, recordé que era viernes así que me tocaba ir al trabajo (que consistía en tocar en un restaurante, en compañía de mi tío un trovador empedernido, igual que yo), él se encargaba de la guitarra y de la voz y yo del acompañamiento.

Me apuré a acomodar las cosas y a realizar la tarea que tenía pendiente  para el fin de semana y fue entonces cuando encontré una hermosa postal, a decir verdad la confección de tal correspondencia hacía pensar que la persona que lo había confeccionado era una “niña rosa”, pues aquel sobre color beige, estaba lleno de pegatinas de corazones y en el interior del mismo una tarjeta de cartoncillo cortado a mano que decía “QUE LA PASES LINDO EN ESTE DÍA”. Sinceramente no sabía que pensar, tal vez alguna broma, pero, no, no creo, ¿quien se atrevería?, ¿tal vez una admiradora?, pero, ¿quién se fijaría en alguien como yo? Pensé. Un romántico y empedernido soñador. Así cavilando del origen de esa misteriosa carta que a decir verdad me desprendió una sonrisa y una itinerante intriga, llegó la noche.

Eran como a eso de las nueve y me encontraba sentado en la mesa que le correspondía  a los demás músicos que tocaban en el mismo lugar; en fin, la tertulia como cualquier otra. Platicábamos de cosas triviales y ahí, entre chascarrillos y versos tratando de distraerme, apareció de repente, como una visión divina, un ser celestial, una musa o algo más, la vi y mis ojos no podían cambiar de objetivo, la tenía justo enfrente, era una jovencita preciosa, su mirada era penetrante y cálida, su manera de caminar, su serenidad, su hermosa piel bronceada, con aquel rostro similar al de un ángel, con su cabello largo y lacio.

Sin más, he de decir que toda ella era bellísima, pero tenía un detalle, uno solo que resaltaba en ella como una estrella en la noche, un lunar en el rostro. Aquella chica era realmente el ser más hermoso que había visto y justo cuando la contemplaba en todo su esplendor, su mirada furtiva cayó sobre mí (o eso creí al menos), suposición que fue suficiente para que todas las estrellas en el cielo dejaran de brillar y  mi astronomía se enfocara en una sola, la cual tenía figura de mujer, mientras yo decía entre mí, para algo tenía que estar presente aquella noche, para aliviar mi soledad, ¡claro!, tenía que ser para eso, ahora al menos sabía que existía alguien tan perfecta como ella, que por sus actitudes parecía que todo lo bella que era por fuera, parecía serlo también interiormente. Se encontraba con su familia, su padre, su madre y sus dos hermanas. Ella se desenvolvía con una naturalidad indescriptible, platicaba, sonreía, escuchaba, no importaba lo que hiciera todo lo realizaba de una manera increíblemente perfecta.

La velada transcurría y llegó nuestro turno de subir al escenario a derrochar nuestro amor por la música. Ella se encontraba sentada justo delante de mí, dejando al descubierto su media figura, se encontraba precisamente de perfil, siempre tan propia y elocuente en cada movimiento.

La noche era perfecta… Como ella, con una hermosa luna menguante, que parecía sonreír a mí favor, desde esa noche, supe que esa mujer era la que llenaba cada espacio de mí, ¿pero como no serlo? Al parecer ella había recibido una educación ejemplar. Su padre, (conocido hombre intelectual con una reputación irrefutable) serio en toda la extensión de la palabra, pero alegre en cuestión de la familia. Hombre cosmopolita, indudablemente cortés y casado con una mujer tan hermosa como son las mismas princesas. Yo, seguía, tocando sin más novedad, tratando de observarla con disimulo y tratando de definir si la luna alumbraba a ella o si ella alumbraba a la luna.

Los vi levantarse de la mesa y dirigirse a la salida, sentí que algo dentro de mí explotaba en angustia, pero como perfectos celestinos, aparecieron unas personas que parecían conocerlos, se saludaron y en esos breves momentos, sentí una mirada inquieta en mí, volteé y sus ojos se encontraron con los míos y tal cual, ella hizo como si ese roce de miradas nunca hubiera existido, y con cierta indiferencia… Se marchó. Mientras tanto me dejó cierta inquietud de saber quien era, y a partir de ese momento los días me parecían eternos.

Transcurrieron dos largas semanas hasta su próxima visita, la cual cambió aun más mi mundo, ya que su figura me parecía aun más bella ¿acaso el tiempo la había hecho más bella?

La singular familia se dirigió a la mesa que tomaron  la última ocasión (frente del escenario). Aquel día me robó tanto la calma, que me fije en cada detalle (que bebían, que comían, etc.) mientras todo esto acontecía, me brotó una idea inspirada en el lunar que lucía en su  angelical rostro, la idea consistía en que el trovador con el que yo tocaba, (el cual conocía infinidad de hermosas canciones), le dedicará una canción al lunar que tanto me había encantado, petición a lo cual accedió cantándole una melodía muy hermosa para la ocasión. El trovador entonó el primer verso:

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Cómo se lleva un lunar

daría la espalda al mundo

y tu bello rostro adorar

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Ella al oír esos versos adoptó un semblante que para mi entender le fue desagradable, debido tal vez, a que le pareció de mal gusto una canción hable acerca de un lunar. Al ver tal expresión no me quedó mas remedio que hundir las manos en mi cara y lamentarme acerca de mi proceder.

Sin embargo, la noche y la música prosiguieron hasta llegar el momento de su partida, y yo con la desesperación de saber algo más acerca de ella, lo que fuera.

Algo en mí, me impulsó a seguir su rastro de hermosura, para ver a donde se dirigía. Corrí hacia la salida y la observé abordar un automóvil (rojo vino, modelo poco común).

Al día siguiente de tan inolvidable velada, tome una decisión culminante a mi vida, emprender la búsqueda del sol. ¿Pero hacia donde dirigir tal búsqueda? Con esa pregunta nacieron en mí unas vagas ideas ¿donde estudiaría tan hermoso ser? Entonces llegué a una conclusión, sin duda alguna esa mujer  estudiaba en alguna prestigiosa escuela de la ciudad.

Arriesgándome a que dicha empresa fracasara, decidí que tenía que dar con ella y comencé la búsqueda, visitando colegios en los que según mis deducciones, podría estudiar la musa que me inspiraba desde aquel catorce de febrero. Arribé a los dos primeros, en los cuales supuse que podría encontrarla, pero la suerte no estaba conmigo y después de eternos días de búsqueda, mi suerte parecía no cambiar y luego de fallidas incursiones, me encontraba ya sin el mismo impulso, pero con una fe inigualable de volver tan siquiera a mirar su celestial figura. Algo en mí (no sé que… Pero me daba esperanza) me hizo acudir a la última, definitivamente la ultima opción.

Aquel día salí de la escuela temprano, pues un presentimiento inmenso me decía que al no ir a aquel último intento de búsqueda, perdería lo más sagrado de mi vida.

Al llegar a aquella escuela, vi una multitud dispersa, por lo cual pensé que era imposible encontrarla con mi simple vista. Entonces comencé a preguntar si alguien habría tenido la dicha de conocerla o simplemente haberla visto. Al no encontrar respuestas positivas, me encontraba a punto de retirarme y con la esperanza ya casi desvanecida (sintiéndome como un títere de la vida y víctima de la circunstancias), me pareció haber escuchado un murmullo que me avivó la esperanza.

– Yo conozco a alguien así – dijo un joven dirigiéndose a mí.

– ¿Estás seguro de conocer a la persona que acabo de describir?- pregunté al voltear  con un arrebato que no puedo describir.

– Buscas a una chica de piel bronceada, cabello castaño claro, y completamente lacio- me respondió.

Casi completaba las características (pensaba dentro me mí), que desilusión que no fuera así.

– ¡Ahh! Se me olvidaba tiene un lunar en el rostro. Muy guapa por cierto-  finalizó aquel chico.

– ¿Guapa? Querrás decir bonita ¿no?- le dije con cierto enojo, por haberse expresado así de ella.

– Bueno, si  contestó frunciendo el ceño.

Tenía que ser ella ¿cómo no serlo? ¡Si ella es única! Así que no podía haber confusión. Y en ese momento sentí una alegría indescriptible, y era que no conocía ni siquiera su nombre, así que me apresuré a preguntar.

– ¿Cómo se llama?- indagué.

– Se llama Anaid-  me respondió. ¡Sí! Su nombre completo es Anaid Villarreal.

– ¿Sólo eso sabes de ella?- Insistí a ese joven que me miraba con ojos de turbación.

– Sí, en realidad no me llevo con ella.

– ¡¡Muchas gracias!!- le dije, para finalizar.

En ese momento me sentí muy feliz por saber su nombre. Aguardé unos minutos más en el colegio, solamente para afrontar al destino. Yo estaba de espaldas, pero un presentimiento me hizo voltear la vista.

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Cuando te miré… ¡Qué imagen tan bella!

Sentí que la respiración se me iba

mi corazón quería arrancarse de mí e ir a tu lado,

fue algo tan hermoso que aun dudo

que exista alguien tan bella como tú.

Tú; aquella mujer que con sólo una mirada…

Me hizo adicto a sus ojos, a su pelo, a toda ella.

Pero claro, como siempre, yo el soñador, siempre soñando,

pues ni en el más mínimo roce de tu mirada, logré mantenerme estático.

Pero en realidad no importa porque aunque no pueda tenerte,

el hecho de solo verte, me hace el hombre más feliz sobre la tierra,

he descubierto que te amo desde aquel frágil y sensible golpe de mirada.

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¡Era ella! la mujer que alborotaba mis sentidos, la mujer que me trasladaba al cielo, aquella mujer que siempre soñé. Pero al instante de mirarla me sentí desengañado, en ese momento me golpeó la realidad de esta historia, mi historia, pues ella se desenvolvía con una naturalidad inimaginable,  parecida a la de un pez en el agua. Compañeros, amistades; le ponían  toda la atención del mundo. Así es, ella era el centro de atención, era todo en ese momento para ellos.

Yo, sólo y sin tí ¿qué podría ofrecerle?, si ella lo tenía todo, lo era todo. Sin más, tal  como llegué, decidí irme.

Ahora ya abatido, decidido a rendirme, porque a fin de cuentas ¿qué ganaría? Sentía que era una lucha perdida ¿por qué fijarse en mí?  No tenía ni un motivo para pensar en eso. Debía aceptar que me iba a doler en el alma tratar de olvidarla, pero… ¿Qué sería peor? ¿Verla y no tenerla?, o ¿simplemente no haberla visto jamás?

 

20 DE MARZO

La semana transcurrió, y de nuevo como todas las semanas, mi bendito trabajo, “la bendita música”. La noche, la luna llena, sin duda alguna era una noche hermosa. Anaid llegó como siempre, más hermosa que la luna, con una belleza prodigiosa. Pero yo, en mi decisión de no proseguir con esta ilusión tan grande que sentía mi corazón, decidí darle fin…

Una rosa bastaría para una despedida, terminar todo como había empezado, conmigo… Queriéndola en silencio. La rosa fue enviada anónimamente con la tierna anciana de las rosas, y con eso daba por concluido, más bien, reprimido… Este amor.

Ya entregada la rosa, subí a tocar. Tratando de evitar mirarla, era más que un simple impulso, pero mucho más que un vano deseo.

Justo al bajar del escenario, la dulce anciana me recibió con una servilleta (lo cual me pareció algo extraño), que al desdoblarla, descubrí el escrito siguiente:

 

ANAID VILLARREAL

TEL: 11- 36 – 42

¡Muchas Gracias, Bello Detalle!

 

Viendo esta nota, algo regreso a mí:

____________________

Esperanza es aquel suspiro que todos llevamos dentro.

Tan sólo pensar en tí, se ha vuelto mi todo en esta vida.

Pero es imposible no mirar esos bellos ojos que me calcinan,

esperando derretir los hielos de mi alma herida,

rasgando este corazón errante, buscando ansioso un

amor predestinado, que en cada señal nace todo aquello que

nombramos, por ser lo anhelado por todo terrenal

que en su zozobra no le queda mas remedio

que perderse en todo lo que es amarte.

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Con su teléfono en las manos, y un agradecimiento en el alma, la esperanza se posó en mí, como el sol a la mañana, como la luna a la noche. Sin embargo sentía que me hacía falta algo más.

Me quedé muchos días pensado en eso, días con ansiedad y melancolía, largos y densos, me sentaba en la biblioteca y fingía leer, pero en realidad me concentraba en pensar en ella, “mi musa”, hasta quedarme dormido, me enconaba en una incertidumbre, pues a pesar de que sin duda alguna le había simpatizado, las diferencias sociales entre ella y yo eran demoledoramente determinantes, y a veces me preguntaba, ¿qué era mejor, conocerla y amarla en secreto?, o ¿quizá nunca antes haberla visto, y creer que ella solo sería un sueño?

Mientras me pasaban estas cavilaciones por la cabeza, un grupo de chicas del colegio se burlaban de mí, cuando me quedaba dormido, y hasta alguna de ellas se atrevía a tirarme bolitas de papel  a ver si me encestaban en la boca. Solo podía escuchar sus risas, mas sin embargo, pude fijarme que especialmente una de ellas, que se me quedaba viendo y sonreía de vez en vez, claro, con todo el disimulo que  podría darle su calidad de mujer.

Esto era algo que venía pasando ya con frecuencia, hasta llegue a pensar que se juntaban solamente para observarme, aunque eso solo constituía un viaje a mi pequeña vanidad. De repente en una ocasión que un papelillo hecho bollo me cayó por la cabeza y me dio tan certeramente que me despertó, por pura curiosidad lo abrí y me llevé la sorpresa cuando lo leí: “Toma Vitaminas, TONTO”.

Rápidamente quise hacer contacto visual con alguna de ellas para contestarle la misiva, pero para mi mala fortuna, ese club de chicas ya se había esfumado.

 

2 DE ABRIL

No fue sino un Jueves y hasta que la obligación de elaborar un trabajo en equipo, me sacó de mi letargo y fue entonces que me dispuse a dirigirme a casa de Maite, amiga con la que realizaría el trabajo.

Llegué a su casa a las cinco de la tarde en punto y estuvimos trabajando, pero mis pensamientos divagaban, evocando la silueta, la elegante conversación y sonrisa de mi musa, Anaid. Obviamente mi amiga notó esta situación y me preguntó: ¿Qué es lo que te ocurre?, entonces, le conté toda la historia de mi vida, hasta entonces mi triste vida.

Después de pensarlo un poco, Maite, me animó a realizar algún detalle con Anaid, y me confesó un secreto: “No hay mujer en este mundo que se pueda resistir a los detalles”.

Finalizamos esa charla y consejo, y aunque me resultaba  imposible concentrarme, trate de sumergirme lo más que pude para terminar la investigación. Al concluir las labores, ya entrada la noche, me dispuse a retirarme, pero al estar en la puerta de su casa, a punto de despedirme, le pregunté a Maite: ¿De qué manera podría tener un bello detalle con ella? Si no sabía hasta cuando tendría el placer de mirarla de nuevo.

Al concluir esta frase, algo increíble sucedió, pues vi de reojo un automóvil rojo vino (y aunque me pareció ilusorio el pensar que ese auto fuera el mismo donde se desplazaba Anaid y que fuera vecina de mi amiga), seguí con la vista aquel automóvil, “¡pero mira! ¿Acaso es tan grande el destino y esta ciudad es tan pequeña?” Vi al automóvil detenerse y de él, salió una hermosa jovencita con traje de ballet, ¡cielos!, era ella. Mi compañera observando mi palidez y agitación me dijo: “vez, este es el momento del detalle” me dijo con una pícara sonrisa, dio media vuelta y entró a su casa.

¿Pero cómo? ¿Con las manos vacías? ¡Jamás! Comencé a buscar con la vista algo que pudiera halagarla; en un jardín cercano yacían unas hermosas rosas rojas que sería sin duda un regalo de la naturaleza, pero faltaba uno, él más profundo, uno que naciera de mi corazón. Tomé una hoja de mi carpeta y comencé a escribirle unos versos, entonces saqué aquella servilleta de mi bolsa (pues, siempre la llevaba conmigo desde aquella noche) y me decidí a llamarle por teléfono; me apoyé en un poste que se encontraba en la esquina de la calle “amores”, justo enfrente de su casa. Tomé el teléfono y marqué. Su hermana mayor fue quien contestó y  amablemente me comunicó con ella:

 

– Sí; bueno ¿quién habla?- dijo una voz angelical.

– ¿Recuerdas la rosa que te mande?- le pregunté.

– ¿Quién habla?- insistió.

– ¿Te molestaría asomarte por la ventana?-cuestioné nuevamente, con cierto nerviosismo.

 

Escuche una leve expresión de sorpresa y cuando ella asentaba el teléfono, yo, apoyado a media luz bajo el poste; vi una  hermosa silueta asomar por la ventana, regresó al teléfono  y dijo:

 

– ¡Ya te vi!- me dijo- ¿Qué haces ahora?- preguntó

– Cruzando hacia tu casa, ¿podrías salir un momento?  Por favor- añadí.

 

Colgó el teléfono, la vi salir y le entregué la rosa y los versos recién nacidos de la inspiración que me provocaba.

 

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He  tratado de entrar en tu pensamiento, pero no he podido.

Sólo tengo estas miradas, estos versos y esto que tengo aquí adentro.

Tú vives en mí, eres la fuerza que me impulsa a hacer todo,

te amo con toda mi vida, con toda el alma.

Llevo noches enteras soñándote, como un espejismo

tratando de acercarme lo más posible.

Pero es solo eso… Un sueño que nunca será nada más,

quisiera tenerte en mis brazos para decirte cuanto te quiero.

A ver si de algún modo te lo puedo explicar.

___________________

 

– Ah, gracias- me dijo con desdén, después de leer aquellos versos que le escribí, mirándolos con desprecio.

Y con eso mató todas las ilusiones que de mí habían surgido, y así demostró que era una niña, una niña caprichosa que quería jugar con algo…Con mis sentimientos. Dialogué unas cuantas palabras más con ella, y no soportaba el hecho de que tan lindo ser estuviera lleno de materialismo, y superficialidad. Hablaba de situaciones tan triviales y efímeras; sin nada de verdadera importancia, todo le parecía sin valor alguno; sin embargo yo, mantenía una vaga esperanza, así como quien deja un último recurso para el final, le pregunté:

-¿Qué te gusta más un amanecer o un anochecer?-  le pregunté con emoción.

-¿Y a quién le importa eso?-  fue su respuesta, con total indiferencia.

Eso fue todo, me retiré sin despedida alguna. Me sentía molesto conmigo mismo, por haber idealizado a una persona sin conocerla, por hacerme ilusiones de una manera ingenua. Este amor yacía tendido, agonizante… Murió.

 

30 DE  ABRIL

Un día como todos, unas cuantas semanas después de aquella gran decepción, quedando apenas leves rasgos de aquel amor inconcluso; mi vida transcurría de una manera ordinaria (sin buscar un nuevo amor, pues me resultaba muy difícil creer en él, al imaginarlo cruel e insensible ante los sencillos sentimientos terrenales, aunque al mismo tiempo guardando la esperanza en él). Me encontraba sentado en la biblioteca del colegio, realizando una tarea de literatura con unos compañeros; cuando se sentó a mi lado una chica la cual pasados unos minutos me dijo:

– Eres un joven muy introvertido.

– ¿Por qué lo dices?-le pregunté.

– Por el tamaño de tu letra- me respondió- con una seguridad única.

Alcé la mirada para observar ese expresivo rostro, que en otras ocasiones ya me había estando observando, y que hasta el día de hoy se atrevía a acercarse. Comenzando de esta forma inesperada, una amistad con aquella chica la cual me había acechado y a quien presumiblemente yo, le gustaba.

– ¿Y tú que sabes de esto?-  le respondí – ¿Acaso estudias  psicólogia?

– Sé más de eso y de lo tuyo que te puedes imaginar.

al vez fue la una sensación de sentirse querido (que nunca antes había sentido), pero esa amistad fue creciendo con el tiempo, en un proceso largo y verdadero, en el cual nos conocimos profundamente. La verdad es que, nunca pensé encontrar el amor entre los libros. Poco a poco le fuí componiendo canciones y ella me fue vendando el corazón, con su amor.

De repente me di cuenta que era una chica extraordinaria, la cual había estado buscando (y la misma niña dulce que me había escrito las “cartas secretas”). Ella era la mujer que yo siempre anhele, la indicada y en la que me debí de fijar desde el principio. En verdad, no creo confundirme  de nuevo, porque ahora la conozco, sé quien es, y no sólo como se ve, no es un ser vacío. Su forma de pensar, de sentir y su sensibilidad escondida en esa mirada, terminó por enamorarme del amor.

 

8 DE JULIO

A punto de salir de vacaciones de verano, suena el timbre de salida de la escuela (después de tres meses de conocer a mi amiga, mi amada Amor), llego corriendo a la puerta de su salón, con una mano le sujeto el bolso y con la otra, sujeto a mi otra amiga, mi inseparable la guitarra.

Recorremos las calles del centro de la ciudad, y quien sabe tal vez en una banca me inspire y le cante algunos versos a quien dice quererme con toda el alma:

_________________

Tú vives en mí, eres la fuerza que me impulsa a hacerlo todo,

te amo con toda mi vida, con toda el alma.

Llevo noches enteras soñándote, como un espejismo

tratando de acercarme lo más posible.

Y ahora sé que este sueño se ha hecho realidad.

Ahora te tengo en mis brazos para decirte cuanto te quiero.

A ver si de algún modo te lo puedo explicar.

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Ella me regocija de alegría y ahora sé que realmente vino para rescatarme de este agobiante y cruento dolor de aquel desamor, ella me curó las heridas, y sé que por fin conocí el amor y amo no a una mujer, amo a un ángel, “mi ángel”.

 

“EL FINAL DE ALGO INCIERTO, ES EL PRINCIPIO DE ALGO  PROFUNDAMENTE CIERTO”

 

– Fin –

Por: Yussef Estrada y Emmanuel Paz

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