Sin Amor Nada Soy

kinder1El primer día de clase la maestra Abril Altamira, dijo a sus alumnos de quinto grado que ella trataba a todos los alumnos por igual y que ninguno era su favorito. En la primera fila del salón siempre se sentaba Pedrito Ramírez, un niño con una actitud intolerable, el cual siempre andaba sucio y todo despeinado. Y a pesar que Abril siempre procuraba lograr un clima de equidad en el aula, siempre veía a Pedrito como un niño muy antipático, al que le daba mucho gusto poner con grandes letras rojas REPROBADO a todo trabajo que el niño entregaba.

En cierta ocasión, la escuela donde enseñaba la maestra Sánchez, ordenó revisar  el historial de cada alumno y el de Pedrito Ramírez fue el último que revisó.

Cuando empezó a leer el archivo de Pedrito, se encontró con varias sorpresas. Su maestra de primer grado había escrito: «Pedrito Altamira es un niño muy brillante y muy amigable, siempre tiene una sonrisa en sus labios. Hace su trabajo a tiempo y tiene muy buenos modales. Es un placer tenerlo en mi clase»

La maestra del segundo apunto: «Pedrito Altamira es un alumno ejemplar, muy popular con sus compañeros, pero últimamente muestra tristeza porque su mamá padece de una enfermedad incurable».

La maestra del tercer grado: «La muerte de su mamá ha sido muy difícil para él. Trata de hacer lo mejor que puede, pero sin interés. El papá no se preocupa en absoluto por su educación. Si no se toman pasos serios, esto va afectar la vida de Pedrito».

La maestra del cuarto grado: «Pedrito Altamira no demuestra interés en la clase. Cada día se cohíbe más. No tiene casi amistades y muchas veces duerme en clase».

Al finalizar el análisis del niño, Abril sintió vergüenza por haber prejuzgado a Pedrito sin saber las razones de su actitud. Se sintió peor cuando recordó la preparación pedagógica que había tenido en su universidad.

Pasados unos días después de lo acontecido, y con motivo de las fiestas decembrinas,  todos sus alumnos le entregaron regalos envueltos en fino papel, todos con excepción del regalo de Pedrito, que estaba envuelto en una bolsa plástica de la tienda. Abril Sánchez abrió todos los regalos pero cuando abrió el de Pedrito, todos los alumnos se reían al ver lo que contenía. En la bolsa había una botella con un cuarto de perfume y un brazalete al cual le faltaban algunas de las piedras brillantes. Para suprimir las risas de sus alumnos, se puso inmediatamente aquel brazalete y se echó un poco del perfume en cada muñeca.

Ese día Pedrito se quedó después de la clase y le dijo a la maestra: «Maestra, hoy usted huele como mi mamá». Después de haberse ido todos, Abril se quedó llorando por una hora.

Desde ese día empezó a darle más atención a Pedrito. Ella notaba que mientras más ánimos le daba, más entusiasmado reaccionaba él. Se convirtió en el alumno más brillante de la clase y a pesar de que Abril Sánchez había dicho el primer día de clase que todos los alumnos iban a ser tratados por igual, Pedrito era su preferido.

Pasaron cuatro años y la maestra Sánchez recibió una nota de Pedrito Altamira, la cual decía que había terminado la secundaria y que había obtenido el tercer lugar en su clase. También le decía que ella era la mejor maestra que él había tenido.

De ahí pasaron seis años cuando volvió a recibir noticias de Pedrito. Esta vez le escribía que se le había hecho muy difícil, pero que muy pronto se graduaría en la universidad con honores y le aseguró que ella todavía seguía siendo la mejor maestra que había tenido en su vida.

Cuatro años más tarde Abril Sánchez vuelve a saber de Pedrito. En esta carta él le explicaba que había obtenido su postgrado y que había decidido seguir con su educación. En esta carta Pedro también le recordaba que ella era la mejor maestra que había tenido y la carta estaba firmada por «Dr. Pedro Altamira».

La historia no termina ahí. En la primavera, Abril volvió a recibir una carta de Pedro Altamira donde éste le contaba que había conocido a una muchacha con la cual se iba a casar y quería saber si  podía asistir a la boda y tomar el lugar reservado usualmente para los padres del novio, pues su padre había fallecido varios años atrás.

Abril Sánchez aceptó con mucha alegría y el día de la boda se puso aquel brazalete sin brillantes que Pedrito le había regalado y también el perfume que la mamá de aquel niño usaba.

Cuando se encontraron, se abrazaron muy efusivamente y el Dr. Altamira le dijo en el oído muy bajito: «Maestra, gracias por haber creído en mí. Gracias por haberme hecho sentir importante».

Abril, con lágrimas en los ojos, le respondió: «Pedro, tú fuiste el que me enseñó. ¡Yo no sabía enseñar hasta que te conocí a ti!»

También te podría gustar...