Financieramente Rico, Emocionalmente Triste
Un día, un hombre muy rico y famoso decidió llevar a la realidad un gran sueño: cultivar un jardín con plantas de todo el mundo. Deseaba tener el placer de contemplarlas cada vez que llegara del trabajo. Así es que llamó a los mejores paisajistas y plantó todo tipo de flores. ¡Todo era tan bello! Al poco tiempo regresó a la rutina de sus problemas. Como tenía muchas actividades y preocupaciones, poco a poco fue perdiendo el encanto por el jardín.
Un día se enojó con el jardinero al sorprenderlo cantando mientras cuidaba las flores. Sin embargo no tardó en darse cuenta que la belleza está en los ojos de quien la ve; que de nada vale tener miles de flores si los pensamientos no se calman para sentir el perfume. De modo que al darse cuenta que el jardinero, con una humilde cuenta bancaria era dueño de una alta cuenta emocional, lo que lo hacía más feliz que él, comenzó a reconsiderar su estilo de vida.
Hay millonarios que tienen mayordomos, jardineros y trabajadores emocionalmente más ricos que ellos. La felicidad viene del trabajo realizado con placer, y de la alegría y belleza extraídas de las pequeñas cosas de la vida. Muchas personas de éxito frecuentan consultorios de psiquiatras. Tuvieron éxito financiero, social e intelectual, pero se abandonaron ellos mismos. No tuvieron éxito en vivir días felices y tranquilos.
No así sin embargo en la vida de Jesús el hombre cuando predicó en Israel, quien despreciaba la fama, aún cuando se le reconoció como el Mesías con palmas y alabanzas a su entrada en Jerusalén, jamás perdió la sencillez y el encanto por la vida. En el auge de su fama aun conseguía hacer de los lirios del campo un espectáculo para los ojos. Su sencillez y amor lo llevaron a cenar en casa de personas modestas que incluso no conocía. La personalidad de Jesucristo mostraba la gentileza, seguridad, elocuencia, sencillez, anonimato, grandeza, humildad y sobre todo gloria. Enfrentaba el mundo para defender lo que pensaba pero, al mismo tiempo, conseguía llorar sin recelos delante de las personas. Jesús alcanzó el ápice de la salud emocional y psíquica aún envuelto en situaciones que lo ponían en riesgo.
Necesitamos aprender del maestro de maestros a vivir saludablemente en el suelo de la sinuosa existencia. Debemos dejar a un lado los títulos académicos y nuestra cuenta bancaria, aprender a disfrutar de relaciones espontáneas y flexibles como personas.
Tomada del libro El Maestro del Amor, del DR. Augusto Jorge Cury, publicado por Grupo Nelson