ZIMBABWE EL HISTÓRICO PAÍS DEL ORO
Junto a una antigua ruta que unía el Sudan y Rhodesia del Sur se encuentran las ruinas de una ciudad. La hierba entre los restos de los fuertes muros de piedra. De vez en cuando llega hasta ahí un grupo de turistas para admirar y fotografiar las ruinas. La ciudad ya no oculta ningún misterio digno de mención a los científicos que parecen haberse cansado de ocuparse repetidamente de ella. Apenas si existen otras ruinas en el mundo que hayan dado pie a tantas y tan inútiles especulaciones como las ruinas de la colina granítica de Zimbabwe.
Se ha comprobado que en la zona de Zimbabwe se extraía antiguamente oro de la tierra – como ha ocurrido en numerosas regiones de Rhodesia del Sur – . Esto hizo suponer que aquí se debió de encontrar el legendario Ofir o Punt, llamado país del oro, del que Hatsepsut y Salomón extrajeron el valioso metal noble. Sin embargo no se ha podido encontrar alguna prueba que corrobore esta hipótesis. No obstante, esto no ha impedido que algunos investigadores expusieron teorías aun mas atrevidas. Se dice que Zimbabwe fue una colonia fundada por los fenicios o egipcios. Posiblemente, representa tambien la legendaria Meluhha de los sumerios.
Todas estas especulaciones se habían basado en una legendaria antigüedad de las “casas de piedra” de Zimbabwe. Pero tampoco se descubrió nada que así lo atestiguara. La primera mención se encuentra en el libro Asia del historiador portugués Joao Barros y procede del año 1552:
“Los nativos llaman Zimbabwe a estos edificios, los que significa “residencia real”… Nadie sabe quien los construyó, ni cuando, ya que los habitantes del país no saben escribir y no tienen transmisión histórica. Sin embargo afirman que las construcciones son obra del diablo ya que, considerando sus propias posibilidades, les parece imposible que hayan sido creadas por las manos del hombre. En opinión de los moros que las vieron, deben ser muy antiguas y habrán sido construidas para vigilar las minas de oro.”
El nombre de Zimbabwe designa estrictamente una colina granítica que se eleva más de 100 m sobre la planicie. La zona que rodena las ruinas, que cubren las superficie de 25 ha., estuvo cubierta de florecientes y fértiles prados.
En toda la instalación de Zimbabwe se pueden diferenciar claramente dos complejos: uno elíptico, de unos 100 m de longitud, que es designado a menudo como templo», pero que en realidad fue el palacio del Mambo, el rey de los roswi, y el otro una acrópolis. El templo está rodeado por unos muros de 9 m de altura y en parte hasta de 4 m de espesor. En su ostentación casi bárbara representan lo más perfecto que podían crear los habitantes de la ciudad muerta. Fueron necesarias pan construirlos 15 000 toneladas de piedras de granito de 6 a 15 cm de espesor que generalmente eras colocadas unas encima de otras, sin mortero. Su remate lo forman cornisas en zigzag, exóticas, raras testimonio de un alto nivel artístico. El espacio interior circundado por los muros está subdividido par paredes más bajas y delgadas; cada una de las cámaras está unida a las demás por medio de pasillos. Aquí se encontraban las habitaciones del Mambo, las viviendas de sus mujeres y de su séquito, cámaras para guardar el grano y posiblemente incluso una habitación para las reliquias, así como una sede del trono con estelas verticales de piedra. La “torre cónica” es todavía un misterio. Se trata de un cono truncado de apenas 10m de altura con una base de un diámetro de 5 m. ¿Está hueca par dentro? Un largo y oscuro pasillo la pone en comunicación con el alto muro, pero no se ha encontrado entrada alguna en ella. Es fascinante la destresa arquitectónica de sus constructores, la exactitud con que se colocó piedra sobre piedra. ¿Qué significa esta torre? ¿Fue la expresión visible de un culto a la fertilidad? ¿O simplemente el símbolo del poder real?
Al oeste del “grupo de templos”, que junto a las construcciones más antiguas del año 1100 a. de C. aprox. también incluye otras nuevas, se encuentra la “acrópolis” cuyos grandes bloques rocosos están unidos entre sí por muros. Todavía no se ha obtenido una idea clara sobre el significado de esta pujante obra arquitectónica. Es posible que fuera el sepulcro de los reyes.
Los sacrificios a la deidad pagana Mwari se hacían en la parte oriental de los santuarios, en la catalogada como la zona más sagrada. Un gran bloque de granito, cruzado por un profundo canalón, servía probablemente como altar para libaciones.
Existían también las columnas coronadas por las llamadas “aves de Zimbabwe. ¿Eran éstas símbolos de los Reyes Roswi fallecidos y fueron construidas por el pueblo para que par su mediación Mwari los escuchara? Así lo interpretan algunos. También se descubrieron fragmentos de vasijas, “Phalli” de arcilla cocida, una alta columna de esteatita y un colmillo colocado sobre mm pequeña tarima. Y en dirección sur se había dejado un pequeño hueco entre las gigantescas piedras, por el que la luz del sol caía sobre el santuario al mediodía.
Ya no hay gran cosa que ver en las minas de oro situadas en las cercanías de Zimbabwe. Sin embargo, no hay duda alguna de que la ciudad fue antiguamente el punto central de las regiones auríferas rhodesianas. Zimbabwe debía sin duda su riqueza y su esplendor al oro. Durante las excavaciones efectuadas en la ciudad se descubrieran grandes cantidades de oro labrado: cuentas, hilo de oro, cadenas, láminas e incluso agujas. Un buscador de tesoros afirmó que en un espacia de tres años había extraído oro por valor de 4000 libras esterlinas.
Así pues, Zimbabwe podría ser Ofir o el Punt por lo que se refiere a la cuestión del oro, aunque de acuerdo a unos expertos, esto no puede ser peus sus construcciones aparecieron demasiado tarde. Entonces, ¿qué importancia tuvo Zimbabwe? Summers, administrador del Museo Nacional de Rhodesia del Sur, considera a Zimbabwe como el mayor y quizás más importante lugar de culto del país. Zimbabwe fue destruida cuando Zwangendaba Kumalo, al mando de los ngoni, invadío la zona aurífera y lo destruyó todo insensatamente. Así pues, Zimbabwe no es, según Summers: “ningún enigma sino más bien una tragedia olvidada”.